Había conseguido lo que quería, había pasado la noche junto a él. ¿Como comenzó?, no lo sé, pero aún cierro los ojos y le siento sobre mi piel...
Siempre lo deseé, pero jamás imaginé que este momento llegaría y ahí estaba yo, sintiendo como mordías mis labios recorriéndolos por momentos con tu lengua. Cada vez nuestros besos se hacían más profundos, acariciaste mi espalda y deslizaste tus manos por debajo de mi camisa hasta llegar a mis pechos, apretándolos, dejando que sintiera el calor de tus manos.
Besaste mi cuello haciéndome sentir escalofríos mientras soltabas los botones de mi camisa. Continuando tu camino de besos hasta mis hombros para luego deshacerte del sostén.
No pude evitar un jadeo y arquearme hacia ti cuando sentí el calor de tus labios y tu lengua recorrer mis pechos endurecidos. Los acariciaste, los besaste, los lamiste, los saboreaste hasta saciarte de ellos.
Besé tus labios con ansias, quitando tu camisa y lanzándola al suelo. No sé en qué momento tu mano aprisionó las mías sobre mi cabeza mientras deslizabas la otra hacia mis pantalones y terminando en mis bragas.
Observaste mi cuerpo con deleite, sorprendiéndome al sentir el calor de mi rostro por el sonrojo. Vi en tu mirada un deje de triunfo y deseo a la vez.
- Mi pequeña – murmuraste sobre mis labios antes de arrebatarme un beso con impaciencia.
Acariciaste mis piernas deteniéndote en mi húmeda cavidad para mimarla con deleite, haciéndome temblar de placer. Alcé mis caderas inconscientemente al sentir como tus dedos entraban en mí. Cuantas veces me habían hecho algo así?, no lo sé, pero no me importaba, lo único que sabía era que jamás había sido tan cálido, tan placentero, tan enloquecedor y abrumador...
Besaste mis labios ahogando mis gemidos mientras deslizabas tus dedos cada vez más rápido.
- No permitiré que termines aún – susurraste con voz ronca y una sonrisa pícara.
Te miré sonriendo a la vez que te empujaba quedando sobre ti. Besé tu cuello, tu pecho, tu torso, tu pelvis. Deteniéndome solo para desabotonar tus pantalones y ropa interior, los cuales compartiendo el mismo destino que mi ropa.
Con una mano acaricie tu miembro mientras lo besaba, reemplazándola luego con mi lengua, recorriendo de abajo hacia arriba. Besé y lamí la punta, introduciéndola de vez en cuando en mi boca y haciendo presión con mis labios. Sentía como te estremecías animándome a continuar más rápido, dejando entrar y salir tu miembro por completo. Enredaste tus dedos en mi cabello, acariciándome la nuca. Al percibir que no te faltaba mucho me detuve y te di un beso en los labios.
- Estamos a mano – te dije con una sonrisa juguetona.
Es gracioso, si no nos conociéramos diríamos que era nuestra primera vez con alguien, pero sabíamos que no lo era y aún así te sentía nervioso y ansioso a la vez, casi o tanto como yo. Me sostuviste de las caderas conteniendo el deseo de entrar, rosando nuestros sexos, sabiendo que deseabas que el momento durara, tanto como lo deseaba yo. Disfrutando cada caricia, observando anhelante cada gesto que hacía, percibiendo cada escalofrió que recorría mi cuerpo esperando a ser tuya por completo.
Baje la mirada hacia tu rostro encontrándome con la tuya…
- Por favor, te ne-cesito – dije casi sin aliento.
Entraste en mí sin dejar de sostener mi mirada al tiempo que intentaba mantener mis ojos abiertos, deseaba que a través de ellos pudieras ver mi cariño y entrega hacia ti.
Pronto el deseo se apodero de nosotros, las embestidas cada vez eran más fuertes y rápidas, nuestras caricias más frenéticas. No podía ni quería pensar, solo deseaba sentirme tuya, entregarme por completo.
Ya no podía más, te abracé con fuerza sintiendo tu cálida semilla al tiempo que un espasmo recorría todo mi cuerpo.
- Te amo – te dije aún agitada
- Y yo a ti – me respondiste
Mientes tan bien.... y aún sabiéndolo, me sentí amada. Aunque fuera solo por una noche. Este sería el recuerdo más hermoso de mi vida, con la esperanza de que fuera uno de los mejores para ti.
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